En México, el instituto electoral confirmó el viernes 23 de agosto que la izquierda gobernante tendrá efectivamente una amplia mayoría en el Parlamento. Pero esta mayoría preocupa en Estados Unidos, entre otros países, porque el partido de Andrés Manuel López Obrador quiere adoptar reformas controvertidas.
Más de dos tercios de los miembros electos de Morena, el partido presidencial, se sentarán en la Cámara de Diputados. Y con casi dos tercios de los elegidos para el Senado, más o menos tres votos fáciles, las condiciones están dadas para que el partido presidencial modifique la Constitución mexicana.
La futura presidenta, Claudia Sheinbaum, elegida con casi el 60% de los votos el 2 de junio, podrá impulsar 23 reformas. El legado de la presidenta saliente incluye un plan de reforma del poder judicial. Uno de los objetivos es que los jueces sean elegidos por el pueblo, con el fin de combatir la corrupción y los privilegios.
Pero Estados Unidos, a través de su embajador, ve en esta reforma «un gran riesgo para el funcionamiento de la democracia mexicana», siendo el principal argumento el riesgo de ver aumentar la influencia de los cárteles, que podrían presionar al electorado.
También hay preocupaciones financieras, ya que México es el mayor socio comercial de Estados Unidos. Una relación basada en la «confianza de los inversores» en la justicia mexicana, según la embajada estadounidense. Los dos países están vinculados por un acuerdo de libre comercio que también incluye a Canadá. Ottawa ha advertido de que sus inversores están preocupados y quieren «estabilidad».
El nuevo Parlamento mexicano entrará en funciones el 1 de septiembre de 2024.